Dándome un voltereta por el mundo de la cocina, pude confirmar que las funciones son distintas, no es lo mismo limpiar el office de una panadería, que limpiar la cocina de un colegio, o la pica de un hotel, además de que se hacen otros tipos de funciones como apoyo en cuarto frío, todo es distinto, aunque las empresas te vendan la moto......
La mirada de una pica
Al principio de empezar por esta andadura, todo era nuevo para mí, ya que nunca había trabajado en el sector de la hostelería.
Un buen día se me abrieron las puertas de par en par y tuve que amoldarme a algo nuevo y diferente como lo es, la rapidez en horas de alto volumen de comensales. Esas horas pico cuando de repente el restaurante está a tope de gente y la pica empieza a llenarse hasta arriba de platos, ollas, y demás...
Te vuelves un poco majareta si no te has mentalizado, pero ahí, en ese momento exacto es cuando debes aprender a gestionar tus emociones, como los nervios que siempre estarán a flor de piel para jugártela, aún así debes aceptar cual es tu función, sin peros ni paros.
Tu único objetivo será el de sacar el servicio adelante, ya que cada minuto cuenta, es tan valioso que se pone en juego todo tu potencial, además de que el personal de cocina cuenta contigo ciegamente para lavar desde una olla 4x4 hasta cualquier minucia.
Jamás se me cruzó por la cabeza que trabajar como lavaplatos sería un trabajo tan pesado que requiere de mucha fuerza de voluntad, valentía para afrontar todo lo que se viene después, sobre todo de mantener la calma porque en cocina todo lo que entra debe de salir a la mayor brevedad posible, así que no hay que guardarse nada para después.
Es un oficio que al parecer está destinado al sector masculino o para alguien con mucho aguante como yo, que nunca imaginé que podía desenvolverme en un office yo sola.
La verdad es que se me daba bien, los primeros días sentía que el mundo se me venía encima por la cantidad de faena que había en los servicios, pude llegar a cargar racks repletos de copas hasta formar un perrito... Luego después de tanto ajetreo, era el turno de lavar todos los trastes de cocina que se almacenaban en un burrito...
Sí, en el office hay mucha jerga y todo en diminutivo.
Sin embargo, no me quedé de brazos cruzados y me lancé a la aventura, aunque me di unos cuantos porrazos porque quería hacerlo bien, lo logré... Prueba superada!...
Este año no me lo quita nadie, me llevo lo aprendido, crecí laboralmente hablando y me vi con la capacidad para llegar a enfrentar este reto, el de ser una pica.
A donde me lleve la vida
Después de vivir medio año de altibajos, paseándome por todas las cocinas de Barcelona y alrededores, estoy logrando desatar el cabestro que tengo atado a mi cabeza, viendo un poco la luz al final del túnel, la salida está cada vez más cerca, puedo respirar profundamente mientras medito en algún parque.