ca-El que se enamora pierde
Me gusta la teoría del amor, pero este blog es de hostelería.
O al menos eso pensaba, cuando mi única mentalidad es la de trabajar sin parar, ya que tengo como objetivo salir adelante yo sola y currar es lo único que sé, y si... no lo niego alguna vez he perdido algún tren porque cada quién es como es, y porque pretenden que juegue a las adivinanzas o jugar a ponerme a prueba, pero como soy algo realista, eso es algo que no va conmigo, en realidad quiero y me gustaría vivir algo bonito sin que me hagan batallar tanto. ¿Será que amar es tan fácil y sencillo como dicen?.
Lo único que sé es que, el trabajo en cocina es un mundo que resulta altamente competitivo cuando recién entras a alguna empresa, es algo que no es como todos lo pintan, puede que esté muy bien pagado pero no todo lo que brilla es oro, detrás de los fogones y gente que va vestida con gorritos, se esconde una cruda realidad que todo el mundo desconoce y lo es la deslealtad..
Es como una pandemia moral, donde solo encuentras gente que lleva trabajando durante años y años en un mismo sitio y no les importa hacer daño al "nuevo" porque sabe que es un pilar en la empresa y jamás lo echarían sobre todo porque los de la empresa tendrían que pagarle mucho dinero y lógicamente dicha empresa no se puede permitir perder tantos "pempis".
Me pongo a reflexionar una mañana de esas donde el ambiente laboral es un campo de batalla, en plan la tercera guerra mundial, y es que ese ambiente tan dañino me causa crispación, es algo que no tolero, pero sin embargo pienso que nadie se atreve a poner un granito de arena para exterminar esa actitud en la gente, ese es el problema de que en algunas empresas la gente entre y salga como Pedro por su casa.
El terrible caso de unas "gastronoms" sucias que de repente aparecen guardadas en las estanterías, puestas como nuevas y en un sitio idóneo para que nadie las vea, pero que de casualidad alguien que pasaba por ahí se da cuenta donde están y en qué situación las encuentran, es algo que hasta un niño de diez años podría decifrar y es que como en el amor, y en la guerra todo se vale, no importa a quién la caiga el guante, si te puede salpicar a ti, seguramente te llevarían por delante y serías el objetivo perfecto de ese grupito de maléficos compañeros que no te pueden ver ahí.
Y no, allí no había ni un gota de amor, no me creía nada de lo que veía, ni la mitad, ni las caritas que me ponía un compi, ni esos suspiros que me lanzaba a lo lejos, esa cocina era una zona de guerra. Dejé pasar muchos trenes para convertirme en una teniente con mi bazooka y disparar al enemigo.
Ahora me llaman "Señora" pero no esa panda de... ahora me muevo entre la alcurnia.