ca-El sillón de la reina

2025-09-05

A estas alturas de mi vida, después de tantos tropiezos, laboralmente hablando, siento que voy por buen camino. Diría que ya lo peor pasó, aprendí de mis errores, y entendí que no puedo controlar lo que no encaja conmigo. 

Estoy donde quiero estar, haciendo lo que me gusta, aunque de repente aparezcan esos fantasmas del pasado, ya no hay vuelta de hoja. 

Lo único que deseo es escribir sobre un lienzo en blanco... algo bonito como llegar a la cima, y sentir que todo lo puedo, que ya no habrán más distracciones, porque he colocado mis prioridades en primera línea de meta. 

- Hola, ¿está Agustín? - No, estoy incomodín.
- Hola, ¿está Agustín? - No, estoy incomodín.

Ser pinche es...

Escribo esto con lágrimas en los ojos, me duelen las heridas que tengo en mis dedos, de cortarme cuando se me cae un vaso de vidrio y me rebota en las manos, es doloroso. Aunque yo siempre voy con cuidado,  a veces siento como si estuviese maniatada y no puedo moverme como yo quisiera. 

Intento estar concentrada en mi faena, que no solamente es estar entre estas cuatro paredes, sino también en la cocina y el cuarto frío. 

El trabajo es tal, que estuve de baja médica. 

Iba para una baja larga y casi convencí al médico para que así fuese, pero la medicación era muy fuerte y el corte que me hice en el dedo se recuperó instantáneamente en dos semanas. Por un momento fingí demencia pero acepté que tenía que volver a mi rutina. 

- Ya está aquí mi cocinerita me dijo el médico. 

- Soy pinche de cocina -respondí 

Cuando llegué a la mutua les hacía gracia que me hubiese rebanado el dedo con la máquina de cortar fiambre, y todos se preguntaban que si por ahí andaría un trozo de mi dedo.

Sonaba un poco maquiavélico ese pensamiento por parte de los profesionales. Supongo que lo decían para aliviar el impacto de mi herida o sacarme una sonrisa.

No importa cuantas veces caigas, sino cuantas veces te levantes

Se escuchan pasos de alguien que no llega nunca...

Se escucha un tic tac, se escuchan las trompetas de la segunda venida, el silencio es profundo, la espera es larga y me desespera, al mismo tiempo que me tranquiliza y me da tregua para que las aguas se calmen en mi vida laboral. 

Tal vez necesitaba este break...

Seguramente el personal de cocina estará pensando que estoy en las Bahamas disfrutando de mi baja médica, pero en realidad no pude mover el dedo dos semanas, no pude estrenar mis pesas de 5 kg, y estoy segura que engordé un poco. 

Mis compis acabaron rendidas porque nadie me sustituyó y tuvieron que hacer su faena y la mía. 

El desayuno, la merienda y la pica. Yo hubiese acabado loca....!

Se imaginan que la empresa tenga que gastar en poner una sustituta que sustituya a la que hace la sustitución de verano?


Ni el tiempo vuelve, ni la vida se repite