
Trabajando aprendí...
A decir verdad da muy mala impresión cuando llegas a tu lugar de trabajo y lo primero que encuentras es la mesa abarrotada de platos. Barcas mezcladas con platos sucios, el tanque de la máquina con el agua del día anterior... La dejadez es una de las cosas que más me llaman la atención por no decir que me repatea.
Esa manera de trabajar, de alguien que va por una noche, y se limita a dejar los trastes tirados en lugar de guardarlos y ponerse a limpiar para que al menos la zona se vea despejada, es algo que nunca he llegado a comprender.
Entiendo que tal vez fue por falta de tiempo, o porque a esa persona le daba ansiedad el ver tanta platería junta, y se desmayó por el camino, pero nadie piensa en la persona que viene al día siguiente, tiene que comerse el marrón.
Lo primero que debe de hacer es colocar todos esos platos en las estanterías, tener que vaciar el tanque de la máquina, ponerse a fregar los suelos y ahí recién empezar a realizar su faena, no es justo ¿Verdad?.
Todo eso amerita un tiempo valioso que nunca vuelve, porque has entrado a la hora de los servicios, y por esa regla de tres no puedes ponerte a fregar platos con la máquina lavavajillas sucia, además de que es antihigiénico, has perdido algo de tiempo.
La mirada de una pica

Por mi travesía por algunas cocinas de hoteles cuyo nombre no quiero acordarme he visto platos haciendo equilibrio para el Circo del Sol.
Donde pretendían que la pica diese una orden, y es más fácil echarle la culpa cuando algo se rompe.
Me parece un acto deleznable, una falta de empatía, para mí eso no significa trabajar en equipo.
Como decía... He sido testigo de como el personal de otras cocinas, dejaban todo recogido y se volcaban para dejar el área resplandeciente al finalizar la jornada.
Nadie fingía demencia, era imposible.
Pasé un año creyendo que la pica debía ser la responsable de esa zona de la cocina, entonces me di cuenta que debí salir de mi zona de confort...
No tengas miedo al fracaso, ten miedo a no intentarlo.